Thursday, June 25, 2009

Hace 14 anios

El embotellamiento que sufría la ruta Panamericana, aquella noche del 25 de junio de 1995, era un presagio de que los 300 kilómetros que recorrerían más de 30 mil almas azulgranas hasta Rosario no serían en vano. Después de 21 años sin sumar títulos, San Lorenzo de Almagro volvería a coronarse campeón de la primera división del fútbol argentino..
El Gigante de Arroyito, cuna de los Canallas, estaba repleto. Los hinchas de San Lorenzo, más nerviosos que efusivos, esperaban que los Rojos de Avellaneda les den una buena noticia y ahí si, poder mirar el partido más tranquilos. Partido trabado, malo, aburrido, mal jugado, va un pelotazo, vuelve otro pelotazo. Al terminar el primer tiempo, con el 0 a 0 en Rosario y el mismo resultado en la cancha de Gimnasia, el Lobo se estaba consagrando campeón por primera vez en su historia. Segundo tiempo en marcha y el "dale Sanloré" que baja de la tribuna pero no sólo desde la que ocupan los de Boedo, que ya terminaron con todas sus uñas, sino también desde donde está la barra de Rosario Central, amiga en aquel entonces. ¡Gol de Mazzoni en La Plata! En un partido también malo, el delantero de Independiente le daba la victoria parcial al Rojo y encendía la ilusión de los Santos, que gritarían el gol como si aquello hubiera ocurrido enfrente de sus propios ojos y no en otra ciudad, ni en otro estadio. Con los marcadores como estaban, y por la diferencia de gol, al Ciclón le alcanzaba para ganar el título. Enseguida, como para matar a alguien de un infarto, ¡penal para San Lorenzo! A las nubes, si. O al río Paraná, también. Carlos Javier Neto desvió el penal y le dio al desenlace del campeonato la cuota de incertidumbre que le faltaba.. Los minutos, cada vez más eternos, mostraban en el cartel electrónico que, todavía, podía pasar cualquier cosa. Hasta que llegó el milagro. Paulo Silas, conductor y artesano de aquel equipo, patea el corner desde la derecha y el Gallego González, en un salto interminable, alcanza a cabecear para, de una vez por todas, anotar el 1 a 0, darle la victoria a su Ciclón y desatar la locura en Rosario y Boedo. Terminó en la ciudad de las diagonales. Terminó en la cuna del Negro Olmedo. Las tribunas del Gigante se inundan en lágrimas. Los jugadores, contagiados por la emoción del tablón, dan la vuelta olímpica. Los hinchas invaden el campo de juego y alzan en sus hombros a Héctor Rodolfo Veira, que como cuando era un niño, no puede dejar de llorar y gritar por San Lorenzo campeón.
"Ganaron con los colores que yo sólo supe vestir en mis sueños" (Osvaldo Soriano, 27 de junio de 1995

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