Sunday, November 15, 2009

San Lorenzo 0 - Independiente 3

Ambos equipos llegaron a la decimocuarta fecha con la misma cantidad de puntos (23), y sabiendo que la punta estaba a nueve unidades con las respectivas victorias de Banfield y Newells. Tanto San Lorenzo como Independiente sabían que no les quedaba otra alternativa que ganar si su objetivo seguía siendo el Apertura. La salvedad es que el Ciclón también piensa en otra tabla, la de las Copas, sobre todo para ingresar en la próxima Libertadores.

Diego Simeone, obligado por varias ausencias, improvisó una defensa en cuanto a los hombres, que se diagramó como siempre lo hace: clásica línea de cuatro. De los eventuales titulares, sólo Jonathan Bottinelli salió al campo de juego, acompañado de Damián Martínez, Renato Civelli y Cristian González. Esta novedosa formación defensiva desnudó su falta de ruedo, dejándole al visitante algunas situaciones de peligro. Las tuvo Andrés Silvera, Darío Gandín y Lucas Mareque desde afuera, pero por fortuna el arco de Pablo Migliore se mantuvo en cero durante los primeros treinta minutos.

Del lado de San Lorenzo, en cuanto a ofensiva, también era improvisación, pero no tanto en la formación, sino en la elaboración de las acciones. La más clara en los primeros minutos la tuvo Salvador Reynoso, quien conectó un disparo dentro del área chica que rechazó el arquero Adrián Gabarini. La más clara del Ciclón en ese entonces, había sido la más peligrosa del partido, pero eso no cambiaba la realidad del clásico, hasta ese entonces más favorable a los de Avellaneda.

Independiente, sólo con un poco más de criterio para jugar, llegó a abrir el marcador. Mareque, de buen primer tiempo, se mandó al frente y descargó hacia la izquierda. Ahí la recibió solitariamente Federico Mancuello. El volante sólo tuvo que levantar la cabeza y tirar un centro bajo, suave, para que Gandín defina despacio ante la mirada de tres defensores santos y la salida vencida de Migliore. Iban 37 minutos y el Rojo le daba un tono de justicia al resultado.

La defensa azulgrana, en una de las peores tarde del año, seguía mostrando flaquezas. El lateral derecho de Martínez era un colador, y el opuesto, defendido por el Kily, no se quedaba atrás. La zaga central, sacaba lo que podía y como podía, pero tampoco Civelli y Bottinelli fueron una garantía. Y el mediocampo tampoco ayudaba, sobre todo los encargados de la contención. Ni Juan Manuel Torres ni Reynoso supieron frenar las intenciones del equipo de Gallego que, con poco, se fue adueñando del balón y el partido.

Por ello, Independiente se hizo cargo de cada falla del Ciclón, pero no concretaba las desconcentraciones del fondo local. Gandín lo tuvo de nuevo, pero Migliore le tapó abajo un mano a mano que podría haber derivado tranquilamente en el segundo tanto del partido. Javier Collado, de inadvertido arbitraje, puso fin al primer tiempo en el peor momento de San Lorenzo, justo cuando el Rojo iba por más.

El entretiempo, más necesitado que nunca, debía servir para que el Cholo haga un lavado de cabeza. En los primeros diez minutos de la segunda parte, mandó a la cancha a Gonzalo Bazán (se recostó en el lateral izquierdo para liberar al Kily) y su tocayo Rovira por Reynoso y Bordagaray, respectivamente. Además de estos cambios, el Ciclón modificó su actitud, y se mostró más combativo en la mitad de la cancha, intentando cortar todos los circuitos de juego del Rojo.

Con este panorama, el Ciclón tuvo algunas situaciones, como una de Alejandro Gómez, quien enfiló en diagonal por la derecha y remató bajo, pero su disparo sólo sirvió para lucir al arquero del Rojo. Después lo tuvo Civelli con un cabezazo, pero otra vez contuvo Gabarini a pesar de la posterior arremetida de Romeo. A los 14 minutos, Simeone se jugó su última carta: Sebastián González por un sacrificado Juan Carlos Menseguez, quizá lo mejor de este San Lorenzo.

Independiente, que también agotó sus cambios, se dedicó más a cuidar el resultado y buscar alguna contra que liquide el partido. Le dejó la posesión a San Lorenzo, que poco supo hacer con la tenencia del balón. Si bien el Ciclón se paró unos metros más adelante, con el afán de buscar el empate, las situaciones de riesgo brillaron por su ausencia y Romeo, jugador que necesita constante abastecimiento, padecía hambre.

Como se veía venir, el Rojo, sólo con simpleza, practicidad y criterio, doblegó el resultado. Una contra rápida, de un toque, lo dejó mano a mano a Gandín con Migliore, quien tardó en achicar. Cuando el arquero lo hizo, el delantero definió bajo, al centro del arco y la pelota tocó las redes del arco que da a la popular local.

Pero esto no terminaría acá. A los 33, Torres perdió insólitamente una pelota en defensa y el visitante no perdonó. Centro atrás de Silvera y Nuñez la empujó para hacer de la mala tarde una goleada en contra. Para sumarle más penurias a esta jornada, el Papu, apelando a una inmadurez que lo pone en el centro de la polémica, fue expulsado por protestar. Doble amarilla y a los vestuarios, tras sufrir varios insultos de la platea Norte.

Si el Rojo había resignado atacar con el 1 a 0 a su favor, más lo hizo con la diferencia de tres goles. Nada más para comentar tras el último tanto de Independiente, que sirvió para graficar una diferencia que existió notablemente en el campo de juego. San Lorenzo, en el momento que más necesita sumar, en una serie de partidos clave, cayó en lo más profundo del pozo. El equipo no aparece, el juego es desconocido y los resultados son negativos. Se vienen Huracán y Boca, los dos rivales que la gente quiere vencer, más allá de las necesidades propias. ¿Podrá jugando así? Difícil, muy difícil…

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